martes, 9 de marzo de 2021

DANILO KIS. Un joven que estuvo hambriento de demostrar su talento literario.

Hay perlas que descansan en las profundidades abisales de los oscuros océanos porque ningún recolector se atrevió a descender. De la misma manera, hay rincones de las librerías dónde se reúnen los libros residentes como huérfanos mayores a los que nadie quiere y que crecen hacinados, durmiendo unos encima de otros, pero eso sí, con hermandad y humildad. La mayoría de veces muchos de estos expósitos no prosperan y quedan para la vida del zángano; sin talento cualquier actividad es adecuada. Acaso como calzador de camas, acaso como posavasos, o en el mejor de los casos su combustión sirve para calentar a algún vagabundo y para expiar el pecado del autor.

En el fondo del mar abunda lo inútil, pero, como ya se ha dicho antes, hay perlas que viven ahí desterradas. Una de esas perlas encontré yo, tras incansable indagación -todo sea dicho- y la utilicé para hacerle un collar a la vigilia.

Danilo Kis, así se llama, el huérfano literario, de la talla de muchos de los grandes, de la fama de la inmensa mayoría. Su ópera prima "La Buhardilla"  concentra ya un estilo personalísimo que nos sumerge de lleno en la, nauseabunda y carente de sentido, vida del Bohemio. Tras cada sentencia conviven la crítica, el humor, la inocencia y una vida dedicada a la amarga reflexión. De una profundidad singular, desde luego. Una angustia milenaria atraviesa la historia del protagonista, que se lamenta por la intermitente ausencia de una figura femenina con nombre mitológico, bebe las quejas de los marineros en los puertos y a veces pasa por la buhardilla donde vive.

Un libro necesario, profundo, desilusionante, que agita las turbias aguas del alma.

Querido lector, te lo recomiendo.



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