Emil Cioran
Un monje y un carnicero se pelean dentro de cada deseo.
Sueño a veces con un amor lejano y vaporoso como la esquizofrenia de un perfume
Nadie escoge la vía del sarcasmo sin ayuda de una enfermedad venérea o de una mujer intratable.
En la voluptuosidad, lo mismo que en el pánico, regresamos a nuestros orígenes; el chimpancé, injustamente relegado, alcanza por fin la gloria -mientras dura un grito.
Es el destino de nuestra raza, devastada por la introspección y la anemia: reproducir a través de la palabra, hacer alarde de sus noches, exagerar sus desfallecimientos y sus triunfos.
A pesar de todo, continuamos amando, y ese “a pesar de todo” cubre un infinito.
Creemos naufragar voluntariamente.
Creo en la salvación de la humanidad, en el provenir del cianuro.
Sólo los espíritus agrietados poseen aberturas al más allá.
Sin poseer la facultad de exagerar nuestros males, nos sería imposible soportarlos. Atribuyéndoles proporciones inusitadas, nos consideramos condenados escogidos, elegidos al revés, halagados y estimulados por la fatalidad. Afortunadamente, en cada uno de nosotros existe un fanfarrón de lo Incurable.
Debemos reconsiderarlo todo, hasta los sollozos.
Sin actuar sentís la fiebre de las hazañas; sin enemigo, libráis un combate agotador… Es la tensión gratuita de la neurosis.
Todos nos confinamos en nuestro miedo -nuestra torre de marfil.
No puedo contemplar una sonrisa sin leer en ella: “Mírame por última vez”
En los estados de paroxismo sin causa, el cansancio es un delirio y el cansado un demiurgo de un subuniverso.
En los sueños se manifiesta el loco que hay en cada uno de nosotros; tras haber regido nuestras noches, se duermen en las profundidades del ser, en el seno de la Especie; a veces, sin embargo, le oímos roncar en nuestros pensamientos.
Ese instante en que creemos al fin haberlo comprendido todo nos da una apariencia de asesinos.
Involuntario acceso a nosotros mismos, la enfermedad nos obliga a la profundidad, nos condena a ella. -¿El enfermo? Un metafísico involuntario.
Con la edad nos acostumbramos en nuestros temores, no hacemos nada para quitárnoslos de encima, nos aburguesamos en el Abismo
Sólo enloquecen los charlatanes y los taciturnos: quienes se vacían de todo misterio y quienes almacenan demasiado.
Otros
A bien digo que los hombres decentes escasean como los cuervos blancos. Renunciad a los castillos en el aire que levantarán para vosotras. Cuando su lengua ya ha cazado a un pajarillo. Adiós y hasta siempre, amor, este se esfuma.
(Anna Bijns, 1524)
“Con el evangelio del desarrollo personal en una mano y el culto de la capacidad de rendimiento en la otra, no desaparece el conflicto.” (Ehrenberg)
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho. Miguel de Cervantes
Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor, el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido. Eduardo Galeano
Me acuso de no amar sino muy vagamente una porción de cosas que encantan a la gente
(Manuel Machado, Retrato, siglo XX)
Las hijas de las madres que amé tanto me besan ya como se besa a un santo (Campoamor)
Cada hoja de cada árbol canta un propio cantar y hay un alma en cada una de las gotas del mar (Rubén Darío)
"Si tuviera más tiempo, escribiría con menos palabras." ( Proverbio antiguo)
"Cuando un lobo se empeña en tener la razón, pobres corderos." (Esopo)
Oh, ven, amor; ven, ven…
El día huele a gloria, a verso claro
y a carne de mujer. (Juan Ramón J.)
¿Llorar, solo llorar...?
Si ella no viene, abril, si ella no viene
no vengas más. (Juan Ramón J.)
“..porque de los infelices aún el mérito es cuchillo.”
(Calderón de la Barca)
No hay comentarios:
Publicar un comentario